Aquí en mi tierra estamos en época estival, esa del calor, de tertulias nocturas, de siestas, de escapadas todos juntos al mar, porque nos vamos todos juntos aunque no queramos.........En fin, no es verdad, todos no, muchos no, los que más no se van de vacaciones a ninguna parte y me refiero a aquellos que las disfrutan, muy a su pesar, de forma permanente. Millones de personas en este mi páis que se llama España, en el que muchísimos de sus hijos no pueden disfrutar de las maravillas a las que de forma permanente invita esa sociedad montada sobre no se sabe qué farsa. O quizás lo sé, porque es la farsa del consumo que, en sí mismo, ni es bueno ni es malo, pero convertido en el motor de arranque de una sociedad, pues así estamos.
Pues como decía, hay muchísimas personas que no sólo no nos acompañarán este año en los inevitables atascos de las salidas de Madrid hacia el Levante, Cataluña, Andalucía o Cantabria, es más, creo que este año quizás no tengamos ni atascos, porque para los que tienen "vacaciones forzosas" el mar, este año, tiene color de asfalto y sabor a hiel, y es pesado como el aire caliente e insoportable del estío madrileño , y además, se adereza de la impotencia por el esfuerzo baldío de encontrar un trabajo, impotencia nutrida por la ausencia de esperanza, porque el derecho a un trabajo digno es un derecho maldito que no puede reclamarse ante los tribunales de justicia, y porque con el llanto de cocodrilo de tanto político que aprovecha la cifra de parados en intereses partidistas se ha transformado en un derecho manido y , lo que es más grave, en la negación de otros derechos fundamentales, porque el no disfrutar de un trabajo te niega el posible ejercicio del resto del derecho tan biensionantes como el de la libertad y ,sobretodo, el de la vida, que muchos aún confunden con subsistir.
Por eso cuando escucho las quejas bobas de los que tenemos trabajo sobre los recortes salariales; cuando sufro el caos de una ciudad por la huelga salvaje de los que conducen los trenes del suburbano; cuando veo como muchos de los que necesitan esos trenes no pueden llegar a sus puestos de trabajo, me vienen a la mente los niños, enfermos, o ancianos que no podrán ser atendidos, los que corren el peligro de ver reducidos su salario por su inasistencia al trabajo o por llegar tarde al mismo, y que esos otros, aún más necesitados, precisan de ellos para su subsistencia, y que sin su presencia, su vida puede estar en peligro, y entonces me altero, mucho, muchísimo, y les grito a todos aunque sepa que esto sólo será leído por dos o tres, que basta de insolidaridad, que de ella está sembrado y sobrado el planeta , que hay demasiados que la atesoran por lo que tenemos que ser muchísimos más los que a pase de chicuelina la burlemos de nuestras vidas y a los que la atesoran también, y que aún respetando y creyendo en el derecho y razón de los conductores de los trenes del metro, de los trabajadores a los que se nos ha reducido el salario, entiendo que no es el momento de echar un órdago a los políticos de turno, que no, que no, que es el momento de apoyar todos el hombro y salir adelante, porque como ha sido siempre, es el currito el que sacará las castañas del fuego del infierno de esta crisis, y que cuando nos vayamos recuperando, cuando nos lo podamos permitir, entonces será el momento de reclamar a los responsables de todo este desaguisado todo lo reclamable, y sólo entonces, el apoyo podrá ser unánime, porque, lo triste no es la necesidad de defender el que recibamos menos sueldo, no, lo verdaderamente triste, es que son demasiados los que no pueden ejercer el derecho de de huelga porque para eso hace falta tener trabajo, y no lo tienen.
Así que, con todo mi cariño y desde todo el respeto, te pido que cuando te vayas a quejar de algo que te afecta, piensa en todos aquellos que darían media vida por poder quejarse de tu queja. Y si te quejas, que no te escuche yo, por favor, necesito seguir creyendo que el ser humano merece la pena.
Sherezade