Entre mis manos sostengo un mundo de sueños rotos sin atreverme a depositarlos en el contenedor más próximo.
Los guardo en mi maleta de silencios y me deslizo furtiva por los caminos anegados de barro no pisado. Camino despacio, sufriendo el crujir de cada hoja que el desagradecido árbol lanza a su muerte definitiva ignorando que es ahora, cuando más bella resultan.
Mi silencio se une al inusitado silencio de la tarde en un parque desierto. Están tan cerca de mí que no puedo evitar oír su conversación de vida.
Hablan ambos un idioma que ahora comprendo. En otro tiempo me asustaban sus sonidos de la nada. Se me escapa una sonrisa cuando recuerdo la época pasada en la que ignoré su existencia y me negaba a entenderlo. Más casi nunca se aprende lo que se desea, y sin quererlo, aprendí de sus sonidos y sus cantos de sirena. Me gusta mi silencio, porque me acompaña siempre aunque, en ocasiones, lo acalle sin miramientos. Y siempre que le pregunto me contesta con arrullos y sonatas que miman mis desalientos.
Decido sentarme en un banco solitario del solitario paseo. Miro al cielo encapotado buscando una luz perdida, pero todas se han marchado en busca de un cielo descubierto, pienso.
El viento, aliado del árbol, le ayuda en su baldeo de hojas ya no queridas; cientos revolotean componiendo sinfonías de tristeza antes de posarse dulcemente sobre el barro y la ceniza. Escucho su bello canto de despedida y me uno a su agonía por la muerte a la que han sido condenadas al dejar de ser amadas por el árbol de su vida.
Miro el árbol, uno cualquiera , y le digo a mi silencio que le acuse de egoísta pues cuando en primavera y verano era admirada su belleza, nadie se fijaba en su tronco seco y rancio, sino en el tupido verde que sus hojas ahora proscritas mimaban su calavera de ramas hoy deshojadas. Le susurro a mi silencio le diga al árbol desnudo que no volveré a admirarlo mientras no admita que su belleza está en las flores que le visten de alegría, y le deseo que pase un invierno duro, solitario y de agonía, que aprenda que los amores, aún pasados, han conformado su vida y no es justo ni apropiado que se deshaga de sus hojas encanecidas como si otrora ellas no le hubiesen mantenido con vida.
Acaecida la noche El silencio se agranda en la oscuridad que invade el parque de mi vida. Oculta en esa negrura buceo en mi maleta de silencios y observo sin emoción cada pedazo roto de un sueño. Le pregunto a mi silencio ¿ Qué harías tú con estos trozos de mi pasado muerto? Mi silencio aparta al otro, se calla, me asusto porque no le escucho retozar en mis adentros. Me angustio, le grito que él no puede abandonarme pues necesito su lecho de sabiduría…
Transcurrido lo que me pareció un tiempo eterno, se acercó a mi maleta de sueños rotos y acariciando mi corazón me preguntó muy serio: ¿ Por qué criticas al árbol por lanzar sus hojas secas cuando llega el invierno, si tu misma le has gritado, que ese pasado ahora yerto, es lo que le hacía ser bello y lo que le daba vida ?
Una vez más, admiré a mi silencio. Callada y ligero el paso, deshice el camino andado, abrazada a mi maleta de silencios cargada de los pedazos de mis sueños rotos pero otrora, preciosos e inmensos.
Sherezade
Ufff, que vuelta le has dado al texto con ese final. Y ademas una de esas lecturas con poso. Me ha gustado mucho, aun habiendo se me encogido un poco el alma al principio.
ResponderEliminarQue tengas buena noche.
Yo con mi maleta de sueños rotos, hago textos sobre maltratos. A ver si dejan una semilla en la mente de alguien que lo necesite. Y mis recuerdos son un tesoro.
Un beso.
Bello silencio guardas... en esa maleta que llevas a cuestas.El silencio es un consejero que en su interior nos hace ver las cosas de distinto modo...muchas veces ese silencio...nos salva...
ResponderEliminarUn abrazo Sherezade.
Amigo David, tuve muy claro que el niño de tu escrito eras tu. El comentario que hiciste en mi post fue muy revelador.
ResponderEliminarEl maltrato no sólo es físico, las heridas del alma, son las más difíciles de curar. Yo también sé bien de este último maltrato.
Un beso enorme
Sherezade
Asun....el silencio es nuestro mejor aliado. Gracias por venir.
ResponderEliminarUn abrazo de osa
Sherezade
Buena forma de indicar que el silencio -en la mayor parte de las veces- es la solución más adecuada. En la fuerza interna nos canta, en el corazón nos hace sentir, en la boca se nota nuestra sonrisa... En una palabra, el silencio nos hace meditar y reflexionar sobre cuestiones -casi siempre certeras-...
ResponderEliminarBuen día Sherezade.
Besos desde Lucus Augusti.
Quino, pues sí, aunque a veces se me olvida, las
ResponderEliminarrespuestas están dentro de cada uno de nosotros. Pero para escucharlas hay que hacerse amigo de nuestros silencios.
Gracias por venir
Sherezade
El, silencio ese que nos acompaña y sabe escucharnos aunque sueno raro esto... pero como el en esos momentos es el mejor compañero....
ResponderEliminarBello
saludos
linda semana amiga
abrazos
Los pasados, los presentes, los futuros, los reales y los utópicos, los que fueron y los que sabemos nunca serán, todos. Todos esos sueños caben en nuestra maleta.
ResponderEliminarSaludos
Un final epico, irse con la maleta cargada de sueños...
ResponderEliminarSaludos!
hermosa vuelta a esos sielncios ,a esos paréntesis que nos acompañan en la existencia
ResponderEliminarFELICITACIONES
un abrazo grande
y mil felicidades siempre
gracias por tus huellas
El silencio por elección, es un gran tesoro; el silencio impuesto es un gran castigo. Esta frase que se me acaba de ocurrir la dejo en tu buen texto.
ResponderEliminarMuchas gracias. Un beso para ti
NO C, ME DEJASTE UNA GRAN SENSACION D TRISTEZA... ES LINDO EL POEMA.
ResponderEliminarESA MALETA CREO Q ES PARECIDA A UNA Q TENGO.
UN BESO.
VISITAME PLEASE
Muchas veces el silencio es el mejor amigo. Hermoso texto. Un placer leerlo. Besos, cuidate.
ResponderEliminarCuánta melancolía existe en estas letras, querida Sherezade. Son muy hermosas, con esa hermosura negra y terrible de los ángeles de Rilke.
ResponderEliminarContigo, me siento en ese banco solitario y, en silencio, hago recuento de sueños rotos, incumplidos, deshechos...
Quizá la vida sea coleccionar ilusiones que no se cumplen. Pero el instinto vela y sabe que nos son indispensables para la subsistencia.
Un beso grande y un deseo que formulo para ambas: que nunca encontremos un contenedor para arrojar nuestros sueños (muchos son mágicos, pues resucitan y nos resucitan).
¡Hola Sherezade!
ResponderEliminarEl silencio, el de cada uno, es cómplice y amigo, quizás demasiado callado en ocasiones, en otras alza la voz, que ahoga y calla
El silencio es también, puro sentimiento.
Saludos de J.M. Ojeda.
Buen fin de semana.