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30 marzo 2011

EL PATITO FEO



Escúchame Boly, escúchame aunque sea por compasión porque esto que te cuento no lo quiero hablar con nadie más. Cómo entre tus miles de virtudes tienes la de saber guardar secretos, y sé que no confesaras lo inconfesable ni bajo amenaza de tortura, con el fin de desahogar mi corazón de este pesar he decidido que a ti te lo voy a contar.

Verás, hubo un tiempo algo lejano en que yo fui una niña muy alegre y soñadora  a la que alentaron con los cuentos clásicos y que lloraba sin consuelo especialmente cuando en las noches mi papá me contaba con mucha vehemencia el rechazo del patito por su madre y sus hermanos, porque era feo. Con el tiempo mi padre me confesó que si me lo contaba tantas noches era porque tras la llantina me quedaba profundamente dormida y eso, entiendo, debía ser un alivio para ellos.

Años después, cuando mis hormonas se apoderaron de mi persona y el mundo me esperaba impaciente para salvarle según me creía yo, me convertí en la rebeldía personificada que se salvó de la quema porque solía caer simpática y mi gran corazón ya lo llevaba en bandolera a merced de todo el mundo, porque, no hace mucho es cuando me he percatado de que, en mi educación católica, el décimo mandamiento lo entendí rematadamente mal, tanto que se me olvidó la segunda parte en la que se nos manda amarnos, al menos, como se supone que tenemos que amar a los demás y yo para mi desgracia sólo me quedé con la primera parte de la frase.

Pues verás, desde que me he dado cuenta de la omisión de una parte tan fundamental de ese mandamiento me ha dado por reflexionar sobre la cuestión, y, analizando mi vida es cuando he comprendido que ese error me ha provocado sufrimientos que, de haber comprendido bien lo que me quisieron enseñar y mal me enseñaron, me habría ahorrado o, al menos vivido de otra forma.

Tú sabes que una santa, lo que se dice santa, no soy, porque soy explosiva y tengo un pronto que asusta, pero también sabes, que soy mucho más santa que muchos santos canonizados. No por aquello de la caridad, no, que es un concepto muy manoseado, si no porque he creído en el ser humano con toda la pasión que arrastro en todas las facetas que vivo y mi errónea creencia de que todo el mundo es bueno lo he vivido en superlativo convirtiendo a todos mis congéneres en “buenísimos”, y esa percepción mía me llevó a interpretar de forma literal aquello de que “todos somos iguales en virtudes y defectos”, interpretación que  rematé ayudando a que  el lío anidase en mi cabeza cuando estudiaba Filosofía del Derecho, que tampoco la debí entender muy bien aunque no importa que ahora lo confiese porque al fin y al cabo hace mil años que aprobé la asignatura. 

 Lo que sí se me quedó muy bien grabado fue aquello de “no hagas al otro lo que no quieras que te hagan a ti” y claro, entendí, que esa frasecita que me surge siempre en mis relaciones con cualquier otro mortal, se la habían enseñado también a los demás, y, para más ingenuidad si cabe, que los demás se la habían aprendido.  

Como capto Bola que te empiezas a impacientar y eso significa que te aburres, te voy a confesar a lo que mis arduas reflexiones sobre el porqué de tantos desengaños que he sufrido en mi vida.  Es tan simple, que creo que debo estar equivocada, pero, de momento, es lo único que me proporciona una explicación razonable: verás,  pues por más que yo me empeñe y la filosofía de pacotilla considerada políticamente correcta nos infunde, ni de lejos, los humanos somos todos iguales, y aclaro que  no me refiero a derechos y obligaciones aunque esta última expresión se suele obviar porque no debe quedar bien, sino que me refiero a los valores engarzados en cada uno de nosotros, aquellos que nos mueven cuando nos relacionamos, los que nos hacen cuidar el trato íntimo, no sólo formal, con los demás, los que nos impulsan a sonreír al desconocido, tender la mano en ayuda, acariciar el corazón ajeno que sufre, compartir las risas y la alegría por el ser y por estar en el mismo momento y en el mismo lugar. Todo eso que de forma tan simple se traduce en el “ no hagas al otro lo que no quieres que a ti te hagan” y yo enmiendo gritando al mundo” hagamos a los demás lo que quisiéramos que a nosotros nos hiciesen”.

Pues mira peludo mío, algo tan simple y aún más fácil de hacer he comprendido que no se enseña, y lo que es peor no se sabe, y si se sabe, no se practica, por eso quizás, mi mundo de relaciones lo estoy reduciendo y a la vez enriqueciendo con mi relación conmigo misma, contigo y tus congéneres, y con lo que, por fin he aprendido aunque algo tarde, aquello de que antes que a los demás tengo que quererme a mí, y anteponer mis necesidades a las de los otros, se trate de quien se trate y, lo más triste de todo este aprendizaje, es que ni todo el mundo es bueno ni todos somos iguales. Una simple visión del mundo en que me muevo me lo corrobora cada día.

Pero claro, Bolita, mis reflexiones continúan y me pregunto: ¿ Debo olvidar aquello de no hacer a los otros lo que no quiero que  me hagan a mí?.

Seguiremos reflexionando juntos cuando te despiertes, peludo desagradecido.



Sherezade

21 marzo 2011

VICTORIA



Amanece mi mirada a un mundo de acordes vivos
Sinfonía que aturde mi corazón palpitante
Cantan las rosas mientras los jilgueros duermen
Luce la vida irradiando mi destino

Estaca de roble que marcaste mi camino
Sembrado de zarzas con espinas refulgentes
Hoy ardes en la hoguera avivada por mi mente
Y sentencio con tu suerte el final de mi martirio

Aunque zozobrase mi vida mientras revivo mis ensueños
y las estrellas cegasen los girasoles nacientes
o el mar secase mi cuerpo y el desierto lo anegase
Tú ya serás para siempre ceniza de roble yerto

La marea de la vida cabriolea los deseos
El sol de la madrugada improvisa misereres
Y entusiasmada recibo el abrazo de la brisa alegre
Que deshiela mi sangre y la engalana de consuelo

Estaca de roble envenenada de martirio
No verás más las estrellas ni los amaneceres
Tus cenizas entierro en la tierra que mereces
Y con tu muerte florece la alegría que a mi tormento ha vencido

Sherezade

12 marzo 2011

OS LLEVO EN MI CORAZÓN



“Ya ha y un español que quier vivir y a vivir empieza
Entre una España que muere y otra España que bosteza.
Españolito que vienes, al mundo te guarde Dios
Una de las dos Españas, ha de helarte el corazón.”
( Antonio Machado)

“In memoriam de todos los que fuisteis asesinados por desalmados el 11 de marzo de 2004.”



Escúchame  Bolita, escúchame como sólo tu sabes hacerlo, en silencio y atento a mis palabras y con esos ojazos negros que me admiran como si fuese una diosa.  No se si recuerdas aquel 11 de marzo de 2004 en el que nuestra ciudad de Madrid se despertó con el horror de la muerte que acudió victoriosa para arrancar la  vida a cientos de personas, tan inocentes como anónimas, personas que comenzaban su nuevo día trasladándose a su trabajo, a sus estudios, a su cotidianidad en definitiva, e imagino que abstraídas en sus sueños y esperanzas, en sus problemas y pesares, pero en todo caso, arropadas con la valentía de vivir la vida, esa misma vida que les fue arrancada de cuajo por las bombas que programaron unos humanos sin alma y nulo cerebro a cambio de la recompensa de disfrutar del paraíso eterno.

Si alguna vez he amado esta ciudad fue ese día. El aire que respirábamos los madrileños nos ahogaba con el dolor y la impotencia pero nos insuflaba el ardor de la solidaridad y de la unión. El 11 de marzo de 2004 todos los ciudadanos nos transmutamos en uno sólo; manos desconocidas acariciaban al desconocido cercano que lloraba sin consuelo; palabras de amor y de ira se cruzaban en cada recodo, en cada esquina, en cada plaza. La noche amarga quedó iluminada por miles de velas depositadas con tanto amor que  su luz cegaron las de las estrellas del firmamento. Aquel 11 de marzo, mi niño, los madrileños entregamos conscientes nuestras almas para abrazar a las que tan cruelmente nos habían robado.

Al día siguiente todo Madrid nos apretujamos entre la Plaza de Colón, Atocha y todas la calles aledañas. La manifestación por fuerza se transformó en concentración porque nadie podía avanzar, y Bolita, no te imaginas como lloraba el cielo, enlutado de negro, como descargaba sus lágrimas sobre las miles de personas que allí nos congregamos en un respetuoso silencio; estábamos tristes y noqueados pero no vencidos aunque nos mordíamos la rabia que nos quemaba las entrañas. Estábamos todos, o casi todos, pero tan unidos que hasta el miedo había huido aterrorizado. Ese día Bolita, me sentí muy orgullosa de ser madrileña.

Pero mira por donde a los tres días de la tragedia se votaba en elecciones generales, y, los muertos aún calientes, fueron utilizados para recriminaciones de los que se empeñan en perpetuar las dos Españas, porque unos ganaron y otros perdieron y desde ese momento, las víctimas se convirtieron en moneda de cambio de los reproches y lloros entre perdedores y ganadores políticos, olvidando que los que realmente perdieron fueron los muertos, sus familias, sus amigos, y los millones de desconocidos anónimos que ese 14 de marzo acudimos a las urnas, desangrados por dentro, y convencidos de que con independencia del resultado, todos habíamos perdido e ignorantes de que el resultado de las urnas iba dejar al descubierto la autenticidad del dolor que más les dolía a algunos: la pérdida del poder a unos, a otros la alegría de conseguirlo.

Sólo siete años han pasado de aquel brutal asesinato; siete años robados a las vidas destrozadas, pero es tal la desfachatez de nuestros políticos, quienes con cara de circunstancias y su ausencia de escrúpulos por bandera, se valen  del 11M para hacerse una foto más, pero esta vez, se han retratado por separado: los de la “derecha” y los de la “izquierda” con los presidentes de las múltiples asociaciones existentes de víctimas según ideologías,  pero todos juntos, eso sí, aprovechándose  todos  de la desgracia de los muertos, a los que interesa mantener “vivos”, con el fin de mantener montado el chiringuito del que viven muchos vivos a su costa, desde el que se hace politiquilla de tres al cuarto, de esa que nos tenemos que tragar aunque nos provoque vómitos porque el poder lo tienen repartido, atado y bien atado, entre todos ellos, entre tanto estómago agradecido, entre tanta ignominia y  ausencia de vergüenza que es un palabra que tengo que comprobar si sigue existiendo en el diccionario dado su desaparición de la vida pública en general.

Mira peludo, escúchame bien porque esto que escribo tiene el valor de últimas voluntades y quiero que reclames mi deseo y lo defiendas con tu vida si es necesario.  Si por desgracia para mí y para el mundo en algún momento llego a ser una de esas víctimas, de las de verdad, de las que mueren en un acto de violencia , prométeme o mejor júrame, que no permitirás que mi nombre ni mi muerte sea utilizado por nadie ajeno a mi entorno, y que morderás inmisericorde y demandarás a cualquier político o medio de comunicación que pretenda hacer beneficio y noticia con mi desgracia y la tuya. No quiero que llegue el caso, pero si tuviese que tocarme esa desafortunada suerte, te dejo escrito lo que quiero que les digas solamente, y es que, atreviéndome a enmendar por las circunstancias  a nuestro Antonio Machado, 
soy una españolita a la que no una, sino las dos Españas, hace tiempo le helaron 
su corazón. 
Y a lo que hoy me uno y con dolor es al recuerdo sincero de todos los que fueron asesinados y heridos aquél fatídico 11M y ,como no, a sus seres queridos , y también me uno al de  todos aquellos madrileños, españoles y ciudadanos del mundo a los que les duele la ignominia cometida sin esgrimir el acto cruel para monopolizar un daño que lo miden por la jerarquía de sus poltronas políticas y el poder y beneficio que ello conlleva.

Así somos en muchas ocasiones los seres humanos, perrito mío, así de falsos, crueles  y desalmados.  

 Sherezade

02 marzo 2011

MENSAJE



¿ Sabes?
El día amanece de nuevo
La luz anida en mis ojos
Pero no en mis ojos negros, no
Si no que reina en el fondo
Del camino que recorro
Sin las tinieblas del miedo

¿Sabes?
Cuando recorro el sendero
Que conduce a la esperanza
Te busco entre la maleza
Pero no estás,
Y si estás,  no te veo

¿Quizás entre los jazmines?
¿Ó escondido entre las ramas?
Pero no estás,
Yo sólo quiero enseñarte las cicatrices
Que tus heridas tallaron
Y que curó, la esperanza
De perdonar tus maldades
¡Más no estás!
Y si estás,  no te veo

¿Sabes?
El perdón que te regalo
No es dádiva ni es presente
Es la paz de mi regazo
Es la vida que sostiene
Un pasado equivocado
Un presente sin simientes
De dolor y de pecado

¿Sabes?
Sólo deseo mostrarte
Mi risa sin desaliento
Mi mirada sin soñarte
Mi cuerpo desnudo al viento
Ese viento que besa los matorrales
Entre el que escondes tus miedos

¿Sabes?
Se lo susurraré al aire
Lo grabaré en cien mil piedras
Lo sembraré en los valles
Lo esparciré en las arenas
¿El qué?
Mi perdón que se ha clavado
Como espina alegre y fresca
En la paz de mi existencia
Y te entrego esperanzada
Que aligere las cadenas
Que te atan a tu cruel mundo 
 Disfrazado de quimeras 

Ahora, Ya lo sabes

Sherezade