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10 junio 2011

SAN ANTONIO DE LA FLORIDA


" La primera verbena que Dios envía es la de San Antonio de la Florida" ( refranero de Madrid)

Escucha peludo, que te voy a contar mis avatares con un santo canonizado, con el que mantengo un contencioso que, de tan largo en el tiempo, creo que se nos está olvidando a ambos.

Seguro que no sabes que el día 13 de junio en el santoral se celebra el día de San Antonio, que es el mismo que el de Padua, sólo que para los madrileños es el de la Florida.

Te ahorraré detalles de la historia de su ermita y sus fabulosas pinturas de Francisco de Goya, porque lo que quiero contarte es el por qué estoy tan enfadada con él aunque de ello sólo me acuerde los señalados 13 de junio.

Verás, Una de las tradiciones madrileñas más castizas está relacionada con las Fiestas de San Antonio de la Florida:  la de las “modistillas” y sus alfileres.
Las populares 'modistillas' de finales del siglo XIX y principios del XX, ataviadas con sus castizos vestidos de alegres colores y sus claveles en el pelo sujetos por los blancos pañuelos, no van a ser las protagonistas de esta historia, si no que lo somos mi amiga Lola y yo.
Según la tradición madrileña, el día de San Antonio de la Florida -13 de junio-, las mozas casaderas deben echar a la pila bautismal colocada en el exterior de la ermita 13 alfileres, para después introducir la mano en la misma y, aquí viene lo bueno, igual al número de alfileres como se queden prendidos a la palma de la mano tantos novios o pretendientes tendrán ese año. Por supuesto que la esperanza real es la de encontrar marido.
Pues aquí entro yo. En cuestiones de amoríos, la verdad, San Antonio nunca me ha tratado bien. Tras romper con mi primer novio al que recuerdo con verdadero cariño pero acertamos al separarnos, comenzó por mi vida el desfile  de una cohorte nutrida  de psicopatillas, incomprendidos, empalagosos y descerebrados con la que este santo me bendijo durante varios años que a mi me parecieron siglos.
Los 13 de junio mi familia tenía la costumbre de visitar al santo y comprar sus panecillos , por eso me caía bien, y, yo, sorprendiendo al personal, muy devotamente le imploraba que intercediera para que se cruzase en mi camino ese hombre soñado, aunque debo reconocer que en cada celebración del santo iba rebajando mi ambición primigenia hasta dejar mi hombre soñado en ni alto ni bajo, ni tonto ni listo, ni rico ni pobre; con que fuera normalito me bastaba, y creo que no era tanto pedir.
En fin, San Antonio no se dio por enterado y una tarde, aprovechando que mi madre lo utiliza ofreciéndole un dinero para encontrar las cosas que pierde y ella tenía que saldar su abultada deuda con él, la acompañe a la ermita, y le dije ( al santo)  las cuatro cosas que temí no se enterase si no se las decía en directo, allí, en su morada bendita y bien resguardadito en su hornacina.
Debes saber que muy a gustito me quedé pero el ramillete de “nardos- varones” que siguieron a mi monólogo con él, unida a mis remordimientos por mi  formación judeo-cristiana, me hizo reconsiderar mi postura y en la verbena siguiente me llevé  una amiga: preciosa ella, monísima yo; las dos simpáticas y alegres  a rebosar; en edad más que casadera ambas.
Dentro de la ermita, porque yo hago las cosas frente a frente, como mejor supe y a mi forma, le pedí disculpas al santito por la bronca que tan dignamente  le había soltado tiempo atrás, pero no sin que antes escuchara mis desvaríos probatorios sobre las poderosas razones que me obligaron a tal desmán. En fin, que hice las paces con él, o al menos, eso creía yo.
Tras la ceremonia, fuera de la ermita, nos encaminamos mi amiga Lola y yo a la famosa Pila, en donde, bajo un sol de justicia, esperamos nuestro turno cargadas ambas con 13 alfileritos  y sin llevar ningún imán escondido, que eso es importante que se sepa.
Delante nuestra, una señora que debía rondar los 80 y que vestía de riguroso luto, saltaba de alegría porque tres, nada menos que tres alfileres se habían prendido en la palma de su mano, y jubilosa lo mostraba a quien quería verlo. Estábamos justo detrás, y no sólo nos enteramos sino que también fuimos testigos de su suerte. Lola y yo nos miramos atónitas, pero claro, no creíamos que para ella fueran los mozos que a nosotras nos habían de corresponder aunque sólo fuera por la diferencia de edad.  Pero, me dio un rollito extraño y levanté la mirada al cielo imaginando la carita dulce de San Antonio mientras por mis adentros le advertí de las consecuencias que se le avecinaban si a mi no se me prendían en mi linda mano al menos seis alfileres, pues la vanidad de la juventud  te hace intentar doblar los logros ajenos.
Pila de alfileres: cedí el turno a mi amiga Lola, tan necesitada ella de alegrías en ese terreno como yo , y para mi sorpresa no se le prendió ninguno. Se lo tomó a risa y nos reímos juntas. Y entonces llegó mi vez, que era mucho más que eso para mí, era mi congratulación total con el único santo que recuerdo que en mi casa se apreciaba, y el que tanto me debía, porque, al fin y al cabo, en las cosas del querer, entre el corazón de una abogada y el de una  modistilla, no hay diferencia alguna y menos para los ojos de un santo.
Respiré hondo, no miré, introduje la mano y mi grito fue tan sonoro como el pinchazo que me llevé. No sólo no se me prendió un  solo alfiler, sino que, además, resulté herida y la sangre roja, y cada vez más anticlerical, corría por la palma de mi mano, mientras, recomponiendo las formas, miré a mi amiga, y luego alcé la vista al cielo, en donde me imaginaba a San Antonio con su carita de santo satisfecho con mi suerte recibida.
Hasta aquí hemos llegado tú y yo, pensé y dije, porque lo dije en alto, y mi amiga Lola que desconocía mi trayectoria con San Antonio se moría de la risa cuando la puse al corriente de mi historia. ¡ Esto son tonterías para divertirnos, guapa, ni que necesitáramos la ayuda del santo!. Así que, ambas dos, cogiditas del brazo, nos fuimos a tomar un chocolate con churros a pesar de los más de 30 grados.
Desde entonces, no he hecho las paces con el santo, porque mira que se lo puse fácil: un hombre normal, simplemente normal, aunque pensándolo bien, eso, si se reflexiona, fácil, lo que se dice fácil, no es. ¡Pero para eso es santo.!
En fin, quiero seguir creyendo que lo que me dijo mi amiga de que no necesitábamos al santo, pero el caso es  que Lola está soltera y yo también, aunque eso sí, y que se entere San Antonio, tengo perrito que me ladre, que eres tú, y desde luego, mi tiempo no lo estoy dedicando, de momento, a vestir santos como dicen en esta tierra a las que no hemos pasado por la vicaría.
Bolita , ládrame, ládrame, ládrame porque si no, si quieres pelotita en el parque, te la tendrás que llevar y tirar tu mismo. ¡ Oye, ven, vuelve aquí, ládrame  peludo desagradecido!
Sherezade

18 comentarios:

  1. jajajaj Sherezade! qué historia más divertida nos dejas hoy! es buena manera de comenzar el fin de semana! jajajja así que de trata con el santo eh?
    vas a conseguir que me crea lo de los alfileres. Jjaja. Pobre! te pinchaste!

    Dices que estáis solteras las dos... pues éso que os ahorráis, por que aguantar en casa a un hombre diciéndote cómo has de poner las cosas, es de lo más aburrido! al menos yo, estoy cansadísima de tener que consultar cada cosa que pienso hacer!
    En realidad siempre hago lo que quiero, pero como que hacerlo sin comentar con él, no me sale, chiquilla! y si alguna vez me salió, no veas tú la bronca que tuvimos!! y es que acertar con los hombres es muuuy difícil. Claro! ellos dicen lo mismo de nosotras!

    En fín, anda al parque con bola, igual te encuentras a mi marido con nuestra Lulú, andan en el parque también!
    ...eh! pero no te le quedes eh? jajajja

    Buen fin de semana, amiga.

    Besos, guapa!

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  2. Muy interesante tu historia,amiga.
    San Antonio te va a sorprender en cualquier momento,porque le encantan las "causas perdidas".Ya verás como al final tendrás mucho que agradecerle...
    En fin,la vida es una continua sorpresa,también yo le he pedido algo a San Antonio,no es un novio,sino que me traiga a Europa a mi hijo,que anda perdido por Australia.
    Te dejo mi felicitación por tu original post y mi abrazo inmenso.
    M.Jesús

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  3. Mi querida Sherezadita: Ya conocía tu vis cómica que Dª María Guerrero a tu lado no hubiera tenido nada que hacer. ¡Ni la Morgan! :)

    Me he hartado de reir imaginándome la escena y no es por el dolor que eso si que lo siento sino por la escena. Niña, tu pequeña saltamontes te da las gracias por esta sesión gratuita de risoterapia :) y a cambio le dejaré un "comentario" a San Antonio en su blog para que haga las paces contigo.

    Ya te contaré la tradición que hay en Ceuta el día de San Antonio en su ermita pero eso te lo contaré por teléfono.:)

    Brisas y besos.

    Malena

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  4. Deliciosa tu relación con el santo.
    Te diré que yo estoy en deuda eterna con el Antoñico, que es muy pedigüeño. Resulta que mi abuela siempre andaba prometiéndole duros si encontraba lo que perdía continuamente. Total, que llegó a deberle fuertes sumas y, claro, heredé la deuda, así que en iglesia donde veo a San Antonio, me toca echar mano del monedero.

    Y oye, que funciona como celestino. Lo sé por muchas que lo cuentan. Pero ya sabes: prométele dinero y todo saldrá a pedir de boca, que es muy interesado el santo.

    Besos risueños, Sherezade.

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  5. Sherezade, una bonita historia la verdad que es un santo muy "milagreiro" como decimos los gallegos...si vas con fe...suele aparecer ese amor deseado...pero no dejes de insistir..
    Te dejo un poema de Rosalía de Castro, supongo que lo conoces.

    San Antonio bendito,
    dádeme un home,
    anque me mate,
    anque me esfole.

    Meu santo, San Antonio,
    daime un homiño,
    anque o tamaño teña
    dun gran de millo.
    Daimo, meu santo,
    anque os pes teña coxos,
    mancos os brazos.

    Unha muller sin home...
    ¡santo bendito!,
    é corpiño sin alma,
    festa sin trigo.
    Pau viradoiro
    que onda queira que vaia
    troncho que troncho.

    Te lo traduzco
    San Antonio bendito,
    dadme un hombre,
    aunque me mate,
    aunque me despelleje.

    Mi santo, San Antonio,
    dame un hombrecito,
    aunque el tamaño tenga
    de un grano de mijo.
    Dámelo, mi santo,
    aunque los pies tenga cojos,
    mancos los brazos.

    Una mujer sin hombre...
    ¡santo bendito!,
    es cuerpito sin alma,
    fiesta sin trigo.
    Palo que se revolea
    que donde quiera que vaya
    rompe que rompe.

    Un beso, amiga mía.

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  6. Simpática historia, además de ilustrativa. Muy bien redactada y ágil.

    Besos, :)

    Gusto pasar por tu espacio.

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  7. Eres la caña, es divertido pero cierto? Pobre manita tuya. Anda, no sabes tú el favor que te ha hecho el santo no escuchándote. ¿Hombres? Ni con un lazo y envueltos en papel de regalo. Todos salen rana.
    Yo no sabía que hay que ofrecerle dinero para que te encuentre las cosas, yo simplemente me santiguo y le pido: "san Antonio, por favor, haz que encuentre esto o aquello", y te juro que es rarísima la vez que no lo encuentro justo al momento de haberme santiguado, aunque haya mirado dos o tres veces en el mismo sitio. Y le doy las gracias y ya está. Pobre, le deberé millones y yo sin saberlo. ¿Qué hago ahora?
    Mil besitos, Sherezade, sultana hechicera.

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  8. jajajajajaja esta no la conocía jajajaja
    Por estos Lares hace mil años, se estilaba tener una imágen del santo generalmente de yeso o metal con la cabeza achatada, se ponía al santo de cabeza o sea con los pies hacia arriba hasta que apareciera el bendito pretendiente jajaja
    Besos

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  9. MUY DIEVERTIDA TU HISTORIA, TE HARÁ CASO YA LO VERÁS.
    UN SALUDO
    MARIAN

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  10. JEJEJE. Ya resulta entretenido como empiezas cada vez que le cuentas algo a Bolita, pero si a eso le sumamos todo lo que has contado de una manera tan amena, la sonrisa se vuelve permanente. Bss

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  11. Pásate por mi espacio, guapa, que tengo algo para tí.

    Besos

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  12. ¡Hola!
    Cosas de... Los santos.

    Saludos de J.M. ojeda.
    Buen domingo.
    P.D. Muy divertido su relato.

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  13. Jjajajaja!! Eres genial, Sherezade, me ha encantado tu historia, tengo la maravillosa sensación de haber estado allí delante, contigo y con tu linda amiga Lola, de haberme reído con vosotras... uf! la verdad es que me haces sonreír y, por supuesto, reír.
    Cómo se tomaría tu Boli el advenimiento de un intruso? No sé, esas cosas ellos las acusan mucho.

    En el peor de los casos eres maravillosa, con o sin, y me parece genial que no vistas Santos.

    San Antonio no se ha portado bien, esa aguja habrá sido una venganza suya. Olvídalo(jeje)


    Un abrazo enorme, niña, Reina Mora.

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  14. comenzó por mi vida el desfile de una cohorte nutrida de psicopatillas, incomprendidos, empalagosos y descerebrados con la que este santo me bendijo durante varios años que a mi me parecieron siglos.

    Me has echo reír, y eso solo lo consiguen las personas ingeniosas y con sentido del humor... gracias, muchísimas gracias...

    besos

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  15. Jajajaja... que estupendo post, qué sentido del humor tan extraordinario. Me ha encantado!!

    Ya sabes que te deseo siempre que tus sueños se cumplan, eres un sol y por eso te envío mis chispas de cariño.

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  16. Jajaja!!! que genial historia nos presentas, Sherezade. Me desternillé de risa. Ojalá puedas escribir alguna más. Me has alegrado el día.

    Besiños amiga.

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  17. Pero qué historia tan divertida:):)

    Nunca le pedí novio a San Antonio, no me dio tiempo, tenía novio casi antes que conocimiento (adelantá que es una), pero sí es el único santo al que, de vez en cuando, le confío mis pesares, por si puede echarme una mano, espero que no al cuello:)
    Tanía yo una vecina que solía poner a los santos bocaabajo. Yo le preguntaba que por qué lo hacía y ella me contestaba que, porque le rogó esto u aquello y el santo pasó de ella olimpicamnte:):) Algo así debiste de hacer con San Antonio, al menos unos días:):)

    Quizá, y mirándolo por el lado positivo, san Antonio te libró aquél día de cargar con un petardo:):)

    Besossss

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  18. Es genial tu historia y muy divertida, por lo visto el santo anda un poco saturado… gracias por el ratito tan delicioso que he pasado leyendo tu relato.

    Besos llenos de sol

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